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La Oveja Rosa

  • Literatura erotica
  • 25 jul 2015
  • 8 Min. de lectura

Recuerdo bien aquel cumpleaños 1/2

Un día dos del último mes del año, un invierno no tan frío, de esos inviernos templados de tardes cálidas de brisa coqueta, esos inviernos que te dejen lucir aun las piernas en un vestido primaveral ni tan corto ni tan largo de esos que enseñan la rodilla y al sentarte un poco el muslo o la costura de las medias.

Recuerdo bien ese día, arreglándome frente al espejo, maquillándome planchando mi cabello, aplicando sombras rubor, labial rosado brilloso, mi vestido color salmón casi rosado ni muy corto ni muy largo, como mencione antes, ropa interior en blanco tanga y brassier de encaje, medias chapagne satinadas, muy brillosas para combinar con mis labios, zapatillas blancas puntiagudas pero no afiladas, de pulsera al tobillo que hacen ver mas largas mis piernas. Ya lista producida ¡ nos dirigimos a nuestras actividades diarias, el trabajo.

Como en otras historias, conté que en el trabajo de mi esposo también está mi amante como su empleado, solo como mero recordatoria literario.

Llegamos al trabajo, el ya estaba ahí (amante) trabajando arduamente, en su escritorio lugar de muchas otras historias de juegos infieles, al verme llegar reaccionó al escuchar mi taconeo, muy familiar para el, voltio a observarme de pies a cabeza y atino llevando su mano a su pene sin disimular, tocándose en mi honor, asegurándose que yo lo viera para encender mi morbo, mi gusto, mi vicio por ese pené tan grande, tan bello tan rosado, tan mío.

Proseguí acomodarme en mi estación de trabajo casualmente justo a el, al sentarme hice un movimiento para que mi vestido subiera un poco mas y presumir la visión de mis muslos blancos descubiertos suaves al tacto, resulto! antes de ponerme a gusto presumiendo mi piel, mi cuerpo, ya contaba con toda la atención de mi depredador hambriento, busque a mi esposo, para percatarme que se rezagó en el recibidor, atendiendo a los clientes que llegaban, mientras con el mismo movimiento aproveche para levantar un poco mas mi vestido, mostrando así la costura de las medias, cosa que volvió loco a mi macho, como arte de magia, sus ásperas manos grandes ya recorrían, apretujaban mis piernas, mis muslos, yo extasiaba sentía como cada caricia encendía mi vagina, como mi clitoris palpitaba al son de cada cm recorrido, mi morbo, mi mente sabían bien que hoy seria la comida de mi lobo hambriento. Sin perder de vista a mi esposo y sus movimientos volteaba de vez en cuando hacia la ventana del estudio, sonriéndole con la mirada enamorada y el devolvía dicho gesto con una sonrisa torpe, inocente de un hombre cornudo, que no imagina lo que pasa aquí dentro con su preciada oveja de vestido rosa, ya con las garras de su macho recorriendo lascivamente sobre su cuerpo.

El juego continúa. sus cálidas garras recorren mis piernas, bloqueo el paso a sus caricias, cerrando mis muslos, impidiendo que llegue mas aya, pues no soportaría la tortura de su mano jugueteando en mi vagina, o sus afilados dedos rompiendo mis pantymedias, víctimas de una habilidad adquirida con el avance de nuestros encuentros furtivos, además recordé que aun las necesitaba completas, integras para la cena familiar y de amigos. Cuando cruzo las piernas el agarra mis cadera, la magrea con mas brío, mientras mi mano no para de sobar, de acariciar su tremendo pene, degustándolo en mi mente, recordando su forma, su tamaño, su sabor, lo hermosa que se ve parada, curva levemente hacia arriba, tan altiva, tan majestuosa tan llenadora, su respiración agitada, me saca del recuerdo y me trae ala realidad con mi vista perdida, que recupera el enfoque en el punto exacto la silueta de su pene saludando entre sus ajustados pantalones, moviéndose con vida propia, alimentado por mis medias, por mis piernas, por mi cadera, al compás de sus manos frotando mi suave cuerpo, yo pongo disimuladamente mi mano en su muslo, avanzó lentamente por su pierna, el toma mi mano bruscamente, y la coloca sobre su pene ardiente, víctima del momento, de la emoción, aprieto con fuerza esa gorda verga tan mía, hasta el grado de hacerlo estremecer de placer, provocó quejidos de dolor, que alimentan mi ego, mi travesura, eso es una lección para que aprenda lo que siento, al no tenerlo dentro de mi educándome emputeciendome.

Veo a mi esposo terminar con el ultimo cliente a lo lejos, apresuro un movimiento de muñeca aferrándome a ese falo palpitante carnoso de cabeza rosada, esa misma verga que tanto gozo sexual me a brindado, que tantos orgasmos me a producido. mi mente vuela, pero debo frenar la adrenalina de golpe, discretamente suelto aquel manjar palpitante, mientras acomodo el vestido, ya ala altura de mis nalgas.

Entra mi esposo con un eufórico saludo, emocionado por una buena venta, lo secundo con una sonrisa tierna de niña buena, el corre a mi lugar de manera romántica, con sus ojos exaltados, toma mi rostro tiernamente tomando una pausa para besar mis labios con una dulzura única, mientras al mismo tiempo toma mi mano pecadora colocándola en su rostro, besándola educadamente, demostrando que es un excelente esposo un caballero, un cornudo que ignora totalmente donde estuvo aquella delicada mano.

Continúa el día pasan las horas, las caricias furtivas aún continúan a diestra y siniestra. Mis piernas, mi trasero, mis manos, mis senos cada milímetro de mi cuerpo es abusado por el robo constante de su garras, el no pierde el tiempo a pesar de que esta trabajando, no faltan los roces de su pene al pararme, sus manos en mis nalgas al sentarme, pellicos en mi culo respingado, mis nalgas bajando, subiendo restregando mi cuerpo a su pene, cada vez que el tiempo y las circunstancias nos dejaban solos en los pasillos, así continuó el día hasta la hora de salida sin Que nadie sospeche de nuestros juegos eroticos clandestinos.

Habíamos planeado una comida en honor a la Reina del negocio es decir yo Jajajaja, todos los empleados, amigos, familiares. nos dirigimos al restaurant a una comida de cumpleaños como cualquiera, por supuesto mi lobo feroz estaba presente, termino la cena, de lo mas normal, pastel, mañanitas mariachi, bebidas leves, platica, despedida, no sin antes invitar a dos que tres amigos a nuestra casa a seguir con una noche de videojuegos películas y buena platica.

Ya en casa, todos fuimos a la habitación principal, jugando charlando, nos fuimos acomodando este orden conveniente: mi amante, yo, mi esposo, en la cama, abajo a un lado de la cama, sentados en pequeños taburetes los tres invitados, la noche comenzó normal, juegos platica, nada fuera de lo normal, la noche avanza, se apagan las luces para degustar una película,. Paso el principio, y comenzando el nudo, lo mas intenso de la película, siento una mano intrusa recorrer mi cadera, sigilosa sin prisas, mi lobo comienza abusar de su oveja metiendo mano bajo el vestido, yo capto la invitación, la indirecta de mi macho alfa, obedezco acercando mi cálido cuerpo pequeño a las garras de este depravado depredador, ofreciendo así libertad total de saborear mis piernas, sus afilados dedos mágicos ya han roto mis medias e invaden mi interior, luchan, avanzan rápidamente rumbo mi estrecha húmeda vagina que humedece a la idea de ser penetrada por el primer dedo, me estremezco, mi piel se eriza, mi mano, busca su verga en agradecimiento, quiero tocarla, quiero hacerme de ella, quiero mimarla como se merece, aunque sea aquí rodeados por todos, la encuentro parada, altiva hinchada, palpitante, mis dedos buscan el cierre para liberarla, pues odio imaginarla sufriendo, acorralada, tan vacía de mis besos, sin el toque coqueto de mi labial en la punta, cada imagen pasa por mi cabeza me encantaría besarla, consentirla, mi mente vuela pero recuerdo que estoy justo a lado de mi esposo con tres amigos a su alrededor, reaccionó, la exprimo de nuevo, mis manos hábilmente buscan como liberarla para así jugar con la yema de mis dedos en la regordeta cabeza rosada, en respuesta, el se estremece, disfruta el placer orgasmico, agónico de no poder penetrarme el hecho lo enfurece, y responde clavando tres dedos en mi estrecha vagina como castigo, provocando los primeros gemidos disfrazados de suspiros, por mi bien debo mantenerme silenciosa callada, casi inmóvil, sigo disfrutando el asalto de sensaciones húmedas que invaden mi cuerpo, debo aguantar para permitir saborear a mi lobo, las mieles que emanan de mi interior, permitir a mi lobo lamer, chupetear mis tetas, permitir que las marque como suyas, que beba de mis pezones color durazno como un cachorro, se que debo permanecer obediente para que mi lobo pueda comerme esta noche, en casa donde yo lo invite a pasar a cenarme.

No aguanto mas, sus dedos ya casi provocan mi primer orgasmo esas garras tan expertas sincrónicas, se intercalan para no dejar sin caricia mi clitoris, no quiero sentir vacía mi vagina.

Le comento que tengo sed, que iré por agua, sus dedos se retiran lentamente, bajando por entre mis piernas sin perder la oportunidad de acariciar mis medias en su súbita retirada, yo hago lo propio, me despido de su verga acomodándola dentro su pantalón no sin antes darle un apretujón de despedida momentánea. Mi esposo sigue endiosado en el juego una perfecta oportunidad de que me coma el lobo, y nadie pueda rescatarme, me levanto de la cama, el entiende la indirecta, se levanta para comentarme que el también tiene seca la garganta que me acompaña por un vaso de agua o una cerveza, nadie sospecha que el lobo va a cenarse a la oveja rosa de rebaño ajeno.

Al salir de la habitación cerramos la puerta, lo tomo de la mano bruscamente aproximándolo a mi trasero, suelto sus garras para buscar esa rechoncha verga tomándola de la base de los huevos, llevándolo directo el baño, donde nos encerramos, comenzamos a comernos lad lenguas, que lengua tan grande afilada tienes lobo, es para lamerte, besarte y saborearte mejor, sus manos separan mis piernas buscando mi vagina, su verga, ya está envuelta en mis cálidas caricias, continuó con el juego preguntándole: Lobito por que tienes una verga tan grande y rica? es para educarte, emputecerte, y cogerte mejor, nuestras caricias se convierten en una orgasmica estimulación mutua siguiendo el son de nuestras lenguas, de nuestro aliento, aquí está la oveja indefensa siendo comida por el lobo. Me volteo lentamente, para restregar mi culo en su verga desnuda. Mi lobo me toma del cuello, me baja las medias, hace a un lado la tanga, mientras una de sus garras ásperas comienzan apretar mi cuello, la otra garra obliga arquear mi espalda, yo ya estoy entregada con un orgasmo en puerta esperando que toque el botón de inicio con su verga, aquí viene el manjar de mi lobo esta en la entrada de mis nalgas, la clava sin remordimiento arrancándome un largo pero silencioso gemido, acallado por su garra en mi cuello, alternándose en mis pechos blancos, valla que este lobo es experto en comerse ovejas de rebaños ajenos, sabe como educarnos, convencernos para nosotras acercarnos a su boca, a su afilada verga, tan gustosa tan llena dora, tan provocadora, tan adictiva.

aquí estoy perdiéndome entre orgasmos sintiendo milímetro a milímetro la suma de sus 21 cm de regordeta verga, penetrante violandora, mi utero espera el ansiado momento que sus huevos choquen en mis pálidas nalgas anunciando así que ya me tiene totalmente empalada, feliz mente insertada deseando ya su mete y saca violento, Ya me es urgente esa sensación de ser comida de ser cogida, necesito me hagas sufrir con cada embestida, lobo hambriento de verga rosada, aquí sigo perdida entre tus caricias agresivas apretando mi cuello, robando suspiros, provocando gemidos pellizcando mis tetas, o amoldando mis caderas, lamiendo mi cuello saboreando mi carne, probando mi aliento, aquí estoy tu oveja indefensa, siendo comida por el lobo.


 
 
 

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