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Erotismo, corbata, cuello Bondage

  • Anonimo
  • 8 sept 2015
  • 4 Min. de lectura

La mente hace maromas con ciertos accesorios y los convierte en fetiches. En muchas culturas, el cuello se identifica como un punto poderoso de erotismo y admiración. Justo el lugar donde todas, convertidas en ‘vampiresas’, estamos dispuestas a encajar el colmillo. Verlo adornado, es como tener el regalo envuelto. Quizás los hombres no tengan tantos recursos visuales en su ropa como nosotras pero cuentan con un arma mortal: la corbata. Más que un símbolo de urbanidad y protocolo, es el punto focal de muchas tentaciones.

Este pedazo de tela cuyo uso debemos a Luis XIV –quien le copió al regimiento Croata un envoltorio que utilizaban para calentar sus cuerdas vocales y al que llamó Cravette- le da al hombre un carácter especial. Como si le creciera el pene, su imagen se ensalza con una anudada a su manzana de Adán. Una simple prenda que guarda muchos simbolismos. Transmite respetabilidad, elegancia, caballerosidad; es imprescindible en un hombre que tiene un ‘trabajo serio’. Las mujeres nos hacíamos pipí cuando nuestro novio adolescente llegaba con corbata y traje, era su forma de decir ‘ya soy un verdadero garañón’ (aunque aún tuviera mostacho de caldo de fríjol).

Hay todo un lenguaje corporal alrededor de ella. Una mujer que toca la corbata de un hombre, traduce coqueteo y confianza; que le arregle el nudo es un mensaje aún más directo. Implica peligrosa cercanía. No hay forma de comunicarle a un macho que nuestra entrepierna está disponible que tirar de su corbata para acercar su rostro y llevarlo a donde menos se imagina. Verlo recorrer el nudo es una promesa fácil: se está relajando. Al quitársela, sabemos que tendrá su olor y su tibieza. No por nada, nuestro buen Doctor Freud la denominó un símbolo fálico. Y acertó, algunos calenturientos simbolistas la refieren como una efigie del acto sexual: un largo pene que termina en una V, es decir, una vagina. Tal vez por eso, nuestro cerebro evoque un buen acostón cuando la vemos colgar y sentimos su suave textura. Entonces sabemos que terminaremos en la cama haciendo un verdadero ‘nudo Windsor’ con las piernas.

Dicen que está en periodo de extinción, que la comodidad (o ‘fachosismo’) y el ‘viernes casual’ la están derribando, lo cierto es que no ha llegado un sustitutivo de ella. Nada, ni quitarle el boxer a un hombre nos excitará tanto. Simple, puedes quitarle el boxer a cualquiera, si tienes que deslizar una corbata como parte de la contienda, estás con un ‘niño grande’. Un corbatudo ofrece la posibilidad de despojarlo del rendibú que tiende de su cuello. Así es la mente.

Y no sólo sirve para adornar un cuello, puede ‘aderezar’ muchas otras zonas. Tiene múltiples funciones eróticas. Llévatela a la cama.

Para Él

1. Ponte una corbata de textura suave o satinada y colócala en el cuello de ella, quien deberá estar parada frente a ti. Tómala de un extremo y deslízala rozando sus pezones.

2. Sigue deslizándola por todo su abdomen hacia su pubis y termina en sus piernas. Ahora métela entre sus piernas y colócate detrás de ella. Sube la corbata de manera que un extremo quede de frente y el otro por atrás (como si la montaras en la corbata) y tira suavemente de cada extremo hasta subir a su vagina y masajéala con movimientos lentos y pausados.

3. Haz rollito la corbata y ruédala por su espalda y nuca hasta sus nalgas. Será un masaje muy placentero. Y un buen regalo mientras ella te da sexo oral.

4. Toma una de las puntas de la corbata con los dedos y ‘escribe’ sobre cualquier zona erógena de su cuerpo palabras excitantes y pídele que las adivine. Entre risas, terminarán muy pero muy hornies.

5. Puedes utilizarla para hacer un ‘frotting’ en los senos o las nalgas dependiendo de la posición en que hagan el amor. Si ella está de espaldas a ti, coloca la corbata horizontalmente en sus senos y jala de cada punta de manera intermitente, rozarás ambos pezones mientras la pentras, lo mismo para sus pompis si está frente a ti.

6. Amarre. Móntala sobre tu pelvis y pasa la corbata por ambos lados de su cintura, jálala ayudándote de cada extremo y lleva el ritmo de penetración con cada jalón, ve de menos a más.

7. Enrolla la corbata en ambas piernas de forma espiral y luego tira de ella, la sensación será muy parecida a varias caricias a la vez.

Para Ella

1. Enrolla la corbata por completo en su pene y una vez que tengas la punta, jala de ella, le darás un masaje circular instantáneo.

2. Pasa la corbata por debajo de su perineo y permite que sus testículos queden acunados en la parte más gruesa de ésta. Colócate detrás de él y tira suavemente de la corbata. Cuando el otro extremo toque su perineo, sostenla y presiona en un masaje circular.

3. Átale las manos mientras le das sexo oral, pero átalas a tu cuello, él podrá controlar el nivel de profundidad que le des.


 
 
 

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